Punterías | El Niño | Tarea de la enseñanza | Primeros pasos a la integración
 
- Enseñar   tecnología   en infantil y   primaria
- currículum
- actividades
- auto-  evaluación
- Referencias




LA TAREA DE ENSEÑAR

 

2.  Diseñar el currículum

 

¿Corresponde al maestro, la selección de contenidos y actividades? En general, son las administraciones las que determinan los marcos teóricos educativos, los objetivos y los contenidos escolares. En este sentido, hay normativas curriculares muy abiertas (como por ejemplo las de Cataluña y Portugal) que se limitan a dar unas orientaciones psicopedagógicas generales y determinan un primero nivel de concreción de objetivos y contenidos, esta en la escuela la responsabilidad de determinar el segundo y tercer nivel de concreción del currículum. Otras normativas son más cerradas, puesto que determinan con mucho más detalle los objetivos y los contenidos, pero incluso en este caso la selección de actividades que se tienen que hacer en clase, es también responsabilidad del equipo de maestras del centro escolar.

 

¿El maestro tiene que seleccionar, pues, los contenidos y las actividades?

Hay corrientes de opinión que creen que los maestros de infantil y primaria no han de adaptar contenidos ni generar actividades, sino que han de utilizar las propuestas creadas por poyectos educativos diseñados por especialistas.

Pero también hay muchos estudios que demuestran que los maestros interpretan las propuestas didácticas influenciados por sus ideas sobre los contenidos y sobre el proceso de enseñanza y aprendizaje, de manera que traen las actividades a las clases con unas finalidades y unos enfoques muy diferentes de los que prevé el proyecto original. Por lo tanto, aunque se utilicen actividades diseñadas en proyectos, el maestro tendrá que ser capaz de entenderlos, valorarlos y adaptarlos al contexto particular de su clase.

En nuestra opinión, si se quiere una educación para la autonomía de las personas, centrada en el alumno y que, por lo tanto, respete la diversidad de personas y situaciones, el currículum tiene que tener siempre un grado de apertura que permita la adaptación al contexto concreto, aunque sus objetivos básicos estén bien delimitados.

De hecho, parece que la corriente actual de las administraciones educativas, en el sentido de establecer las competencias mínimas, va en esta dirección.

Creemos, por lo tanto, que el maestro tiene que ser competente para valorar y rediseñar actividades adecuadas a las situaciones de aprendizaje concretas que se podan producir. Bien entendido, pero, que esta tarea siempre es responsabilidad de la equipo de educadores que trabajan juntos en un centro o una zona.

 

De la tecnología de los tecnólogos a la tecnología escolar

 

La forma como los contenidos disciplinarios se presentan en la escuela, para que el alumnado los construya no es la forma como los han elaborado los expertos. Adaptar los contenidos a la enseñanza no significa simplemente simplificarlos mediante la eliminación de aquello que es más difícil o abstracto: es un proceso mucho más complejo. El proceso por el cual el contenido científico se convierte en contenido escolar Chevallard (1985) lo denominó transposición didáctica.

Como la tecnología es una área con poca tradición en las etapas de infantil y primaria, nos referiremos al ejemplo próximo de las ciencias experimentales, dónde es evidente que la ciencia que se enseña en las escuelas es un producto elaborado para ser enseñado, con unos conceptos, unas experiencias y un lenguaje seleccionado especialmente con el objetivo de enseñar. En la enseñanza de las ciencias hay transposiciones didácticas actualmente vigentes que tienen más de un siglo de existencia (al mismo tiempo, hay contenidos modernos significativos que no se integran en la enseñanza obligatoria: este es un ejemplo más de la inercia en la enseñanza).

La transposición didáctica no es sólo la selección, la adaptación y la secuencia de los contenidos que hace falta enseñar —lo cual implica que hace falta tener en cuenta los modelos propios de la disciplina— sino que también hace falta considerar otros factores, como por ejemplo la estructura cognitiva del alumno, el género y el contexto. Por tratar la forma como se concretan los contenidos y las actividades que se han de enseñar, nos basaremos en la exposición que hace Sanmartí (2002) en un libro reciente de didáctica de las ciencias. En este libro, la autora considera que para concretar el currículum escolar de ciencias se tienen que tener en cuenta los aspectos siguientes:

? Los modelos de la ciencia de referencia más significativos

? Los posibles contextos de enseñanza/aprendizaje

? Los niveles, intereses y conocimientos previos del alumnado

? Las posibles secuencias de los contenidos.

Pero nosotros añadiríamos un quinto aspecto:

? Los intereses del alumnado según el género

 

Los modelos de referencia de la transposición didáctica

 

La seleccion de contenidos no se puede separar de la seleccion del modelo de ciencia y educación. La opción más clásica de transposición didáctica presupone un modelo de ciencia y educación en espiral, dónde hay unos conceptos básicos que se van construyendo a lo largo del proceso educativo. En esta opción los conceptos básicos (movimiento, fuerza, energía, cambio químico, ser vivo, ecosistema, etc.), se derivan del análisis de las estructuras disciplinarias clásicas (Física, Biología, etc.) y se van introduciendo en el proceso de aprendizaje por separado y de manera secuencial. Hay otras opciones de introducción secuencial de conceptos que los seleccionan con criterios diferentes. Un ejemplo que es un referente importante de la didáctica de las ciencias es el proyecto SCIIS (1978), que se basa en los conceptos transdisciplinares interacción, materia, energía, organismo y ecosistema, que articulan un modelo global de ciencia.

 

La opción clásica corresponde a una opción analítica de transposición didáctica: se determinan qué son los conceptos básicos de una teoría, qué van primero y qué después, y se van tratando a lo largo de la enseñanza en la suposición que para el estudiante ideal, lo que ya se ha enseñado, ya se ha aprendido. Pero la búsqueda didáctica nos ha demostrado que esto no es así, que el alumnado no aprende linealmente y que su lógica no es la del profesorado y a menudo se pierde el sentido global del modelo explicativo que se quiere enseñar.

 

Actualmente se están imponiendo opciones holistiques de transposición didáctica, basadas en la concepción de que la ciencia se construye socialmente alrededor de los hechos y de las teorías que los explican, mediante un proceso dónde las diversas ideas y el debate son fundamentales. Este modelo creemos que se acerca más a la realidad educativa que nos ha demostrado las búsquedas didácticas y también que es más apropiado para los niños.

 

Las transposiciones holistiques no se basan en un aprendizaje lineal de conceptos, sino en el crecimiento de la capacidad explicativa y de actuación en el entorno. No se trata de montar una secuencia de actividades que irán introduciendo todos los conceptos que configuran una teoría, desde los más elementales hasta los más complejos, siguiendo la lógica de la teoría. Sino que se plantean hechos o situaciones interesantes —por ejemplo, ¿por qué utilizamos gafas?— que se han de explicar construyendo teorías y modelos explicativos de manera parecida a como se explican historias (Ogborn y otros 1996). Las situaciones y las historias pueden evolucionar de manera diversa y cada vez son más complejas y los personajes-concepto van apareciendo en diferentes contextos; historias y personajes se van relacionando y dándose significado mutuamente, dando lugar globalmente a una gran historia que permanece abierta.

 

EL aprendizaje de la ciencia se entiende entonces como el desarrollo de la capacidad de construir explicaciones de los hechos, que sean congruentes con los modelos científicos, y la enseñanza consiste en favorecer la construcción y la evolución de los modelos explicativos.

 

¿Podemos trasladar esta opción al área de tecnología? Pensamos que sí que es posible, pero que se tendría que poner el acento de la construcción de explicaciones científicas, en la elaboración de explicaciones de como funciona o como se puede hacer y la construcción de modelos de soluciones.

 

El contexto de la actividad

 

Los contenidos se enseñan contextualizados en unas determinadas situaciones reales. Que estas situaciones tendrían que ser relevantes en el entorno a la alumno es uno de los tópicos presentes en las teorías de los principales pedagogos de la historia de la educación (Pestalozzi, Dewey, Decloy, Freinet y de otros). Sin embargo, las situaciones que se seleccionan para la enseñanza continúan siendo, mayoritariamente, situaciones creadas en un contexto escolar. Probablemente porque los problemas reales son muy complejos y la enseñanza acostumbra a ser simplificadora.

 

Pero esta problemática no resulta tan grave cuando se habla de tecnología, puesto que esta es intrínsecamente interdisciplinaria y, por lo tanto, es más fácil encontrar contextos significativos en el entorno del alumno. Por otra parte, en la educación infantil los maestros tienen la ventaja que hay una larga experiencia de trabajo para proyectos o centros de interés en el entorno al alumnado.

 

Un aspecto importante que hace falta tener en cuenta en relación al contexto es que si queremos una educación tecnológica para niños y niñas tendremos de ser sensibles a situaciones que puedan ser interesantes para unos y otros y que fomenten el trabajo en grupos mixtos.

 

La consideración del alumno

 

Ya hemos hablado varias veces de la necesidad de considerar las capacidades cognitivas del alumno y, por lo tanto, no insistiremos en este punto, pero sí que queremos considerar dos variables didácticas importantes que provienen del alumno: el conocimiento previo y el interés.

 

Nuestro proyecto prevé un amplio abanico de edades de la alumnado, de 3 a 12 años, y, por lo tanto, hace falta considerar que a parte de la maduración cognitiva progresiva también una progresiva adquisición de conocimientos conceptuales, procedimentales y actitudinales. Por lo tanto, a la hora de diseñar las actividades hace falta tener en cuenta los conocimientos adquiridos y no caer en algunas prácticas docentes que se dan en la enseñanza de las ciencias, dónde se van repitiendo contenidos y actividades en diferentes cursos, con muy pocas diferencias, “porque la alumnado no ha aprendido bastante bien los contenidos”; o en el extremo contrario, se introducen contenidos nuevos sin relacionarlos con otros contenidos trabajados con anterioridad.

 

Estas dos maneras de hacer tienen como consecuencia una pérdida de significado y de interés en el alumno. Y este es el otro punto importante que hemos de tener en cuenta: el interés del alumno.

 

A ningún maestro se le escapa la importancia de interesar al alumnado en las propuestas didácticas. Según la teoría de la actividad, el éxito educativo de una actividad requiere que el motivo que mueve al alumnado ha hacer la actividad coincida con el objetivo educativo de esta. Ogborn (1996) se refiere al interés con el concepto creación de diferencias, que implica que la alumno se siendo involucrado en la actividad, en plan de buscar algo, como si supiera que hay una diferencia entre lo que sabe antes y después de la actividad y que le motiva a hacerla.

 

En un sentido parecido se refiere Harlen (1993) al interés; según ella, lo que hace interesante una actividad para el alumnado, es que tiene algo de enigmático, de rompecabezas, que crea en la necesidad urgente de averiguar.

 

A los niños y a las niñas pequeños es fácil interesarlos en situaciones nuevas, puesto que su experiencia es limitada, pero también es posible y necesario interesarlos en situaciones habituales, si tenemos la habilidad de presentarlas y conducirlas de manera motivadora. Porque en efecto, claro está que a parte de seleccionar las actividades y los contextos de manera que el alumnado se sienta implicado, la tarea de motivación corresponde principalmente a la actuación del maestro a la hora de presentar y conducir la actividad. Y aquí queremos hacer mención especial de la necesidad de animar por igual niñas y niños en las actividades de educación tecnológica y de tener mucho cuidado de la motivación en el trato directo con el

alumnado.

 

Un aspecto importante de motivación que aumenta el sentido de las actividades esque las propuestas nuevas se tienen que relacionar con las anteriores, haciendo intervenir la alumnado, recordando las actividades anteriores y explicitando aspectos concretos de esta relación; se ha de explicitar también porque las hacemos, qué aportarán de nuevo y qué continuidad tendrán posteriormente.

 

La secuencia de contenidos

 

En las transposiciones didácticas que optan por la opción analítica, claro está que la secuencia está determinada por la selección de contenidos y la estructura de la disciplina. Así, por ejemplo, es típico hablar de movimiento antes que hablar de fuerzas, y primero de posición y desplazamiento antes de que de velocidad, etc. Pero ya hemos comentado antes que hemos optado por una transposición didáctica holistica, que no viene determinada por la estructura interna de los conocimientos disciplinarios, sino por la consideración del contexto, de las competencias yconocimientos del alumno y de sus intereses y la relevancia de la situación que sequiere estudiar.

 

Este planteamiento ha de ir acompañado de muchas síntesis y recapitulaciones, que enlazan las diversas actividades y las sitúan en relación al currículum global. Esta es una función especial del maestro que Scott (1998) denomina mantener la narrativa de la historia, y que tal y como hemos comentado en el apartado anterior, también tiene un aspecto motivador. El contexto y la relevancia social pueden servir de criterio para seleccionar un determinado problema o situación: no podamos perder, por ejemplo, la oportunidad de uno eclipse por plantear temas relacionados (aparatos de observación, formación de sombras, etc.) y seguramente, en una escuela rural, será más interesante hablar de la elaboración de mermeladas a finales de la primavera, cuando podamos ir a recoger fresas al campo.

 

Con respecto a la consideración del alumno como criterio secuenciador, hay un primer aspecto de sobras conocido y aplicado, que es la adecuación de la actividad al nivel cognitivo de la alumno y que da pie también a proponer secuencias de actividades que vayan de lo más concreto y simple a lo más abstracto y complejo, —por ejemplo, empezar por actividades de observación, antes de realizar las de diseño. Pero también hay un segundo aspecto que hace falta tener en cuenta: el conocimiento previo del alumno.

 

Actualmente ya hay proyectos con enfoques de la enseñanza de las ciencias que se basan principalmente en la consideración del conocimiento previo del alumno y que pueden servir de referencia. Es el caso, por ejemplo, del proyecto Nuffiel Primary Science SPACE (1998), dónde los alumnos trabajan en propuestas basadas en sus ideas, que se han seleccionado con su intervención. La secuencia de actividades empieza con la fase denominada finding out children’s ideas, dónde se pide al alumnado que exprese su opinión, —en discusión en grupo, en conversación individual, con un dibujo o por escrito— sobre una situación que se quiere explorar. Con esta primera actividad la alumnado se da cuenta de su propio conocimiento y el maestro ya tiene una idea sobre qué puede ser interesante trabajar. Entonces se pasa a la fase helping children to develop their ideas, dónde se propone a los alumnos que, de acuerdo con el que piensan, hagan predicciones, o propongan ideas o experiencias que puedan ayudar a explicar la situación que se está explorando. Se acuerdan las propuestas y la siguiente actividad es llevarlas a cabo e interpretar y evaluar los resultados.

 

En nuestra opinión, el criterio de secuencia basado en la consideración del conocimiento de los alumnos es perfectamente compatible con un trabajo tecnológico por proyectos o por análisis de objetos, dónde se parte de situaciones concretas en que los alumnos pueden expresar sus conocimientos sin problemas.

 

Género y currículum

 

En el capítulo anterior hemos planteado la evidencia de las diferencias de actitud y de resultados entre niños y niñas en la educación científica y tecnológica. Varias investigaciones demuestran estas diferencias, y las razones que se apuntan para justificarlas, —biológicas, socioculturales, y educativas—, son todavía objeto de debate. De todas formas parece claro que la estructura social y la ambiente cultural tienen una influencia negativa sobre el rendimiento y la actitud de las niñas en ciencias (principalmente físicas) y tecnología. ha habido experiencias educativas que han intentado mejorar esta situación, como por ejemplo el proyecto GIST (Girls into Science and Technology) y que han llegado a la conclusión de la importancia que tienen los factores sociales, culturales y educativos en este problema ( Reid y otros. 1989; Kelly y otros. 1984). En las conclusiones del proyecto GIST se hacen las recomendaciones siguientes para hacer un diseño curricular más interesante para las niñas:

? Eliminar las tendencias masculinas en el lenguaje, las ilustraciones y los ejemplos

? Combinar las actividades experimentales con otros tipos de actividades que les gusten más a las niñas: debates, creación literaria, etc.

? Enfatizar la aplicación de las ciencias y la tecnología en la vida diaria.

? Empezar con temas familiares e interesantes para las niñas

Creemos que el maestro tiene que tener en cuenta estas recomendaciones y otras que grupos experimentados puedan hacer en el mismo sentido.

 

Pero lo qué más falta hace, es ser sensible y consciente del problema y experimentar propuestas nuevas, porque de algunas de las preguntas que hacíamos en el primer capítulo, respeto a qué debemos hacer en relación al género, sólo tendremos la respuesta a través de la experimentación.

 

Competencias culturales y profesionales

 

Las tareas de diseño del plan docente que acabamos de exponer requieren algunas competencias que tendrían que ser aseguradas en el proceso de formación inicial de los maestros y sometidas a actualización en planes de formación permanente. De manera sintética estas competencias se pueden agrupar en culturales y profesionales.

 

Competencia cultural

 

Es decir, el maestro tiene que tener un conocimiento suficiente de los contenidos tecnológicos que ha de enseñar. que le permita distinguir objetivos de contenido tecnológico y seleccionar y adaptar actividades de educación tecnológica. Si tenemos en cuenta la situación en los países involucrados en este proyecto, que hemos expuesto en el capítulo 1, no parece que este requisito es cumpla con respecto al área de tecnología. Haría falta una formación tecnológica para los maestros de educación infantil y primaria y esta es una reivindicación y un objetivo de nuestro proyecto, que creemos determinante para el éxito de la educación tecnológica.

 

En relación a este punto, hace falta hacer dos consideraciones:

La primera es que la cultura tecnológica requiere una formación práctica importante, en habilidades de diseño, construcción y experimentación, igual o superior a la que se considera necesaria para la formación en ciencias experimentales. La experiencia de taller y laboratorio ha de ocupar, por lo tanto, un lugar muy importante en la formación del maestro de tecnología.

 

La segunda consideración es que la tecnología tiene problemas de motivación entre las chicas (si dejamos de lado las TIC), pero en cambio la mayoría de profesionales de la educación infantil y primaria son mujeres. Es evidente pues que hace falta una sensibilidad especial para esta problemática.

 

Queremos, también, destacar una característica importante de la competencia cultural del maestro: tendría que ser tal que le permitiera su autoformación en un mundo que es cambiante, es decir que el disparo más importante de su formación tendría que ser la capacidad de aprender.

 

Y este punto nos lleva a una última consideración actitudinal. Del mismo modo que hace falta desarrollar una actitud positiva hacia la tecnología, —especialmente entre las mujeres—, es importante también desarrollar una valoración positiva del esfuerzo para aprender, porque con mucha frecuencia, en nuestra trayectoria de formadores de maestras hemos encontrado en nuestros alumnos una reticencia a aprender contenidos culturales nuevos, cómo si creyeran que ya saben lo suficiente y la único que les interesa es como se ha de enseñar, lo que saben. No creemos que sea exagerado decir que el gusto por aprender tendría que ser una condición necesaria para ser maestro, porque si no nos gusta aprender, ¿como comunicaremos actitudes positivas para el aprendizaje a nuestros alumnado?

 

Competencia profesional

 

El maestro tiene que tener también unos conocimientos psicológicos, pedagógicos y metodológicos. Obviamente, tiene que conocer las dimensiones del desarrollo cognitivo, afectivo y social del niño/a para adaptar los contenidos y las actividades a sus posibilidades y para entender el significado de la actuación del alumno/a. Pero su competencia profesional le tiene que permitir también ir más allá, en su búsqueda de propuestas de intervención didáctica más eficaces, lo cual implica también una formación básica a nivel de investigación educativa, que ya acostumbra a darse también en la formación inicial de profesores.

 

El conocimiento del marco teórico psicopedagógico que orienta la actuación del maestro tiene que ser significativo. Y cuando decimos un conocimiento significativo queremos decir operativo, porque como señala M. Formisiano (1990) “Lo que realmente es importante es saberse referir, coherentemente, en el ámbito operativo, al modelo teórico que la enseñando ha escogido como línea cultural de referencia para el su trabajo”. Utilizando un ejemplo de la misma autora: si Vigotsky es una referencia para un maestro/a, este tiene que saber la importancia que la teoría vigostskyana atribuye a las interacciones sociocognitivas, como base para la interiorización de conceptos, que primero se construyen y existen en las interacciones con otros niños y los adultos, antes de que en el pensamiento individual; por lo tanto es de esperar que este maestro escogerá actividades dónde se privilegiará la discusión y el trabajo de grupo, para cualquier área de conocimiento (incluida la tecnología) y no sólo para el área de expresión.