LA
TAREA DE ENSEÑAR
La
evaluación y la autoevaluación
La evaluación es intrínseca a la actividad educativa
escolar: cuándo se enseña se pretende que haya un aprendizaje y por lo tanto se
tienen que recoger resultados, valorarlos y actuar en consecuencia.
¿Qué hace falta evaluar? Evidentemente, el progreso de
cada alumno, tanto con respecto a la actitud, como su capacidad explicativa o
de actuación. En nuestro contexto de educación tecnológica y con el modelo
didáctico holistico que presentamos, claro está que el aprendizaje de
contenidos conceptuales es a largo plazo, más largo cuanto más pequeño es el
niño. Los contenidos actitudinales son también siempre a medio o largo plazo,
pero para los procedimentales podamosesperar una progresión notable.
Es importante destacar que, en el marco de enseñanza que
hemos asumido, cuando se trata de evaluar contenidos conceptuales de un área
tenemos que pedir y recoger explicaciones sobre hechos y situaciones concretas
(verbalmente, por escrito, por dibujo, etc.) para tener una información
completa del nivel de conocimiento del alumno, el maestro/a tiene que saber
reconocer en las explicaciones recogidas:
? Los esquemas explicativos
? Las estrategias de razonamiento
? El vocabulario específico utilizado.
Para los contenidos actitudinales y procedimentales, las
pautas son las generales, pero hace falta hacer un seguimiento especial de la
posible diferente actitud de las niñas y los niños respecto de la tecnología. Hace
falta evaluar también las dinámicas de trabajo en grupo, vigilando
especialmente los roles que se asumen y las diferencias que pueda haber entre
niños y niñas en este sentido. Es importante, aplicar medidas para hacer
evolucionar los roles en el sentido de buscar un mejor equilibrio y una mejor
colaboración los alumnos. Pero también se ha de evaluar la validez y la
adecuación de la actividad. Los datos recogidos de la observación de los alumnos
y los grupos de trabajo son el material básico para la evaluación de la
actividad, aunque se tiene que prever si hay alguna variable especial que tenga
que ser observada con cuyo objeto, como por ejemplo aspectos del material
utilizado, tiempo, espacio, condiciones de trabajo, etc.
Por último, si consideramos la posible función
investigadora de los maestros, es evidente que si la actividad forma parte de
un proyecto de búsqueda, habrá una evaluación específica.
Hablamos ahora de la autoevaluación del alumnado y el
profesorado. En los últimos años ha habido un cambio progresivo del sentido de
la evaluación de los alumnos que ha evolucionado hacia una concepción más
formativa y menos sancionadora. Este cambio se incluye en una tendencia
educativa más general, que pretende que el alumno sea más consciente de su
aprendizaje y darle más responsabilidad y poder de decisión en su proceso
educativo.
En esta línea se han ido introduciendo prácticas
educativas como el contrato entre profesor y alumno, el alumno tutor o la
autodiagnóstico y la autoevaluación. La autoevaluación requiere que con los
alumnos más pequeños se hable de qué han aprendido, de si han trabajado mucho o
poco, de si están contentos con el que han hecho, etc. Con alumnos mayores se
pueden prever actividades más elaboradas, por ejemplo, pidiendo lo que creen
que saben y piensen lo que tendrían que saber de un determinado tema o
situación, pidiendo que creen que han aprendido tras hacer las actividades y
que lo relacionen con su diagnóstico inicial, etc.
Respeto a la autoevaluación de la tarea del profesor, la
parte que corresponde a su función de diseño curricular ya queda incluida en la
evaluación de las actividades. Y con respecto a su función de conducción de las
actividades lo mejor es poder grabar alguna clase. Esta autoevaluación requiere
tiempo y se tendría que hacer en equipo, pero es importante hacerla alguna vez
porque a menudo, el maestro no es consciente de las características de su
actuación a la clase.